Historia

Didem DeHaan nació en una madrugada de un frío mes de enero en un hospital de un pequeño pueblo cerca de Ámsterdam, sin ningún evento digno de especial mención.

Sus padres habían sido personas normales, con trabajos normales y vidas completamente corrientes.

Su vida habría sido igual de normal y corriente, como la de todo niño debería ser.

Sin embargo, la vida de Dae, como la llamaban sus actuales padres, no podría haber sido más diferente a lo que estaba destinada a ser.

Un año atrás habían escapado de un hospital psiquiátrico cercano dos personas que habían decidido en aquel mismo momento que deseaban formar una familia.

Vink DeHaan y Hoekstra Verbeek habían sido dos jóvenes con tendencias violentas dentro del hospital y un historial mental bastante interesante.

Ella, con trastorno psicótico y dependencia emocional con la que rápidamente desarrolló un apego ansioso hacia el hombre con el que se fugó.

Él, con un grave historial violento. Le ingresaron en el psiquiátrico al alegar en el juicio enajenación mental.

Se conocieron y cómo no podía ser de otra forma, ya que si no no tendríamos historia, se enamoraron. Encontraron la forma de casarse de forma clandestina.

Una vez lo tuvieron todo preparado se escaparon, y en cuanto encontraron a la pareja perfecta de la que podrían robar su identidad para no ser descubiertos él se encargó de matarlos y comenzaron a hacerse pasar por ellos.

Intentaron que la mujer se quedara embarazada, pero durante meses no obtuvieron ningún resultado. Cansados ya de esperar idearon un plan para robar a un niño del hospital.

No tardaron demasiado en entrar en un hospital y llevarse a una criatura. Aquí empieza la historia de Didem.

Didem creció creyendo que aquellas personas que lo habían robado de joven eran sus padres.

Pero claro, una persona no puede desarrollarse y crecer de forma óptima con unos padres desequilibrados.

Sus “padres” nunca se quedaban en un lugar mucho tiempo, al fin y al cabo no sabían si aún los estaban buscando.

La criaron según sus propias reglas. Con lo que ellos catalogaron de amor y con unas ideas muy claras. Se dedicaban a robar y a delinquir sin molestarse a ocultárselo a la niña. Es más, ellos mismos le enseñaron todo cuanto quisieron y supieron. Nadie sospechaba de una niña dulce y con cara de mosquita muerta por lo que siempre acababa cogiendo todo lo que quería.

La niña fue creciendo y fue convirtiéndose en el vivo reflejo de la crianza de sus padres, aunque ella no sabía quiénes habían sido ellos ni que había sido secuestrada cuando era un bebé.

Al menos no lo sabía todavía.

Llegó el momento, un nuevo comienzo. Habían exprimido el último lugar en el que habían vivido un par de meses y tocaba mudarse de nuevo.

¿Su nuevo destino? Angel Bay.